Hoy me acuesto con la satisfactoria sensación de haber dado lo máximo de mí misma. Es una sensación grata y muy enriquecedora por la que no quiero dejar enorgullecerme.
En cierto modo, creo que por fin la vida empieza a brindarme pequeños detalles optimistas y objetivamente buenos (ya sabes, de esos que siempre dirías que son positivos, no como aquellos otros a los que tienes que darles mil vueltas para sacar una buena causa). Una jefa que te felicita por un buen trabajo por correo, la misma que nos dejó chuches y dulces una semana atrás por todo el esfuerzo de las campañas que hemos sacado adelante… no tiene precio. He ahí la diferencia entre jefe y líder y, en este caso, follow the lider!
No os lo creereis pero después de ocho mudanzas en dos años y ocho trabajos en dos años, me voy a mudar durante muuuuuuuucho tiempo a un pisazo que hemos bautizado como el piso «ave fénix». Mis amigas me pusieron ese mote cuando «recobraba» demasiado rápido las ganas de pasar a otro reto (le llamo reto por no llamarle otra cosa, pero ya me entendéis). Supongo que en el fondo no se explicaban muy bien cómo conseguía pasar página y darle de morros a la mala suerte, pero cuando no te queda otra… lo haces con gusto y con fuerza 🙂 La vida, que a todos nos regala buenos y «malos» momentos, nos aporta experiencias únicas que nos hacen crecer. Para mí no existe la mala suerte, no existen los malos momentos. Existe un ahora y un para qué.
Y ahora sí, qué gusto y qué ganas de irme ya a vivir al piso ave fénix este viernes, con nuevos sueños, con retos, con amigas de hace años, con familia… Sé que será un piso inolvidable.
«Yo sueño en la noche, yo sueño todos los días. Yo sueño para vivir»
(Steven Spielberg)
MaryBC